
La presión comenzaba a acumularse en el estadio del RCDE. El Espanyol había recibido el Año Nuevo con grandes esperanzas y optimismo después de una victoria por 2-1 a domicilio en Mestalla. Y esa fue la última vez que celebraron un triunfo liguero.
Si hubiera un equipo que tal vez pudiera traerles algo de alegría, Getafe podría no haberlo sido, pero ciertamente habría estado en lo más alto de la lista, incluso Quique Sánchez Flores no ha podido inspirar una sola victoria fuera de casa esta temporada.
A media tarde, el partido comenzó de manera igualmente relajada. Ambos equipos establecieron sus puestos sin realmente entrar en mucha batalla, el Espanyol mantuvo el balón en áreas cómodas en su mayor parte.
Sin embargo, no tendrían que esperar mucho para tener algo de emoción. Un córner entró por la izquierda y Leandro Cabrera superó a su marcador y no falló con el cabezazo. Tampoco calmó los festejos contra su ex equipo.
El Espanyol ganó confianza y ahora se veía cada vez más peligroso, jugando al fútbol con placer. Diez minutos después del gol de Cabrera y tres antes de la media hora, vuelven a premiar.
Sergi Darder, la semilla de todo lo bueno en blanquiazul, saltó al cajón y tiró de la cruz al cajón más pequeño. Desorientado, Mathias Oliveira tropezó con el balón, que luego golpeó a Eric Cabaco y rodó hacia la red. Dos a cero para Los Pericos.
Así se mantuvo hasta el medio tiempo y bueno, después también. Varias cartulinas y algunas faltas feas amargaron un poco el partido, pero también lo frenaron a favor del Espanyol. Cabaco fue expulsado a medida que el juego llegaba a su fin. Las ocasiones eran escasas ya estas alturas también el buen fútbol.
A pesar de los sólidos desafíos, Getafe tampoco le declaró la guerra al Espanyol. Ese tiene que ser el mayor arrepentimiento de Quique Sánchez Flores.
El Espanyol rompe su mala racha y por fin puede irse a casa contento con su trabajo, tras dos meses de inquietos días de descanso.
